lunes, 16 de marzo de 2009
las cosas de vuestra merced
...puede estar seguro que de aquí adelante no despliegue mis labios para hacer donaire de las cosas de vuestra merced, si no fuere para honrarle, como a mi amo y señor natural.
lunes, 16 de febrero de 2009
sin salir de sus aposentos se pasean por todo el mundo mirando un mapa
Mira, amiga -respondió don Quijote-: no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes; de todos ha de haber en el mundo; y aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la Corte, se pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer ni frío ni calor, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día,a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies (...).
viernes, 16 de enero de 2009
Puerta de las desdichas
Siempre deja la aventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio a ellas
sábado, 19 de mayo de 2007
presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas
Y viéndole don Quijote de aquella manera, con muestras de tanta tristeza, le dijo:
-Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Así que no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas.
-¿Cómo no? -respondió Sancho-. Por ventura el que ayer mantearon ¿era otro que el hijo de mi padre? Y las alforjas que hoy me faltan con todas mis alhajas ¿son de otro que del mismo?
-Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Así que no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas.
-¿Cómo no? -respondió Sancho-. Por ventura el que ayer mantearon ¿era otro que el hijo de mi padre? Y las alforjas que hoy me faltan con todas mis alhajas ¿son de otro que del mismo?
***
Ser y hacer
viernes, 20 de abril de 2007
que no aguardase a ponerme en defensa, porque sería destruirme
Dijo también mi padre que después que él fuese muerto y viese yo que Pandafilando comenzaba a pasar sobre mi reino, que no aguardase a ponerme en defensa, porque sería destruirme, sino que libremente le dejase desembarazado el reino, si quería escusar la muerte y total destruición de mis buenos y leales vasallos, porque no había de ser posible defenderme de la endiablada fuerza del gigante; sino que luego, con algunos de los míos, me pusiese en camino de las Españas, donde hallaría el remedio de mis males hallando a un caballero andante cuya fama en este tiempo se estendería por todo este reino, el cual se había de llamar, si mal no me acuerdo, don Azote o don Gigote.
—Don Quijote diría, señora —dijo a esta sazón Sancho Panza—, o por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.
—Así es la verdad —dijo Dorotea—. Dijo más: que había de ser alto de cuerpo, seco de rostro, y que en el lado derecho, debajo del hombro izquierdo, o por allí junto, había de tener un lunar pardo con ciertos cabellos a manera de cerdas.
En oyendo esto don Quijote, dijo a su escudero:
—Ten aquí, Sancho, hijo, ayúdame a desnudar, que quiero ver si soy el caballero que aquel sabio rey dejó profetizado.
—Pues ¿para qué quiere vuestra merced desnudarse? —dijo Dorotea.
—Para ver si tengo ese lunar que vuestro padre dijo —respondió don Quijote.
—No hay para qué desnudarse —dijo Sancho—, que yo sé que tiene vuestra merced un lunar desas señas en la mitad del espinazo, que es señal de ser hombre fuerte.
—Eso basta —dijo Dorotea—, porque con los amigos no se ha de mirar en pocas cosas, y que esté en el hombro o que esté en el espinazo importa poco: basta que haya lunar, y esté donde estuviere, pues todo es una mesma carne; y sin duda acertó mi buen padre en todo, y yo he acertado en encomendarme al señor don Quijote, que él es por quien mi padre dijo, pues las señales del rostro vienen con las de la buena fama que este caballero tiene, no solo en España, pero en toda la Mancha,
—Don Quijote diría, señora —dijo a esta sazón Sancho Panza—, o por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.
—Así es la verdad —dijo Dorotea—. Dijo más: que había de ser alto de cuerpo, seco de rostro, y que en el lado derecho, debajo del hombro izquierdo, o por allí junto, había de tener un lunar pardo con ciertos cabellos a manera de cerdas.
En oyendo esto don Quijote, dijo a su escudero:
—Ten aquí, Sancho, hijo, ayúdame a desnudar, que quiero ver si soy el caballero que aquel sabio rey dejó profetizado.
—Pues ¿para qué quiere vuestra merced desnudarse? —dijo Dorotea.
—Para ver si tengo ese lunar que vuestro padre dijo —respondió don Quijote.
—No hay para qué desnudarse —dijo Sancho—, que yo sé que tiene vuestra merced un lunar desas señas en la mitad del espinazo, que es señal de ser hombre fuerte.
—Eso basta —dijo Dorotea—, porque con los amigos no se ha de mirar en pocas cosas, y que esté en el hombro o que esté en el espinazo importa poco: basta que haya lunar, y esté donde estuviere, pues todo es una mesma carne; y sin duda acertó mi buen padre en todo, y yo he acertado en encomendarme al señor don Quijote, que él es por quien mi padre dijo, pues las señales del rostro vienen con las de la buena fama que este caballero tiene, no solo en España, pero en toda la Mancha,
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